Me tome la libertad de leer, analizar y entresacar algunas partes de un articulo de Carlos Alberto Montaner en donde analiza hábilmente parte de la realidad latinoamericana, principalmente la Panameña, siempre desde su punto de vista Liberal, pero creí conveniente compartirlo a fin de que podamos tener una inteligente visión acerca del porque de nuestros males.
Quiero invitarlos a debatir un punto, desde mi parecer, de vital importancia, dentro del debate ideológico sobre el control de la economía, el debate de modelos, se ha hablado mucho de la distribución de la riqueza, pero nadie ha mencionado nunca sobre la creación de la misma, como repartir o distribuir una riqueza cuando todavía no hemos aprendido a crearlo? ¿ como se crea la riqueza? y como se lo distribuye?
La cantidad de riqueza que una sociedad es capaz de crear estará en función de estos cuatro factores que se conjugan de manera inextricable: primero, el tipo de sicología individual que prevalece; segundo, los valores subyacentes en la comunidad en que ese individuo actúa; tercero, la clase de Estado en el que desempeña su trabajo; y cuarto, el modelo económico dentro del que realiza sus transacciones.
Primero concretémonos al ámbito de la formación de la personalidad: ¿educan nuestras familias y nuestras escuelas para la disciplina, la búsqueda de la excelencia, la sujeción a la autoridad legítima, el respeto a la jerarquía, el cumplimiento de normas, incluida la puntualidad, y el establecimiento de metas individuales procuradas por procedimientos lícitos? ¿Predicamos la ética de la responsabilidad y enseñamos a nuestros hijos y alumnos a colocarse siempre bajo la autoridad de la verdad? ¿Fomentamos en ellos un espíritu de tolerancia, de curiosidad intelectual, de competencia sana?
Sigamos con la atmósfera en la que respiran nuestras sociedades: ¿estimulamos la admiración por quienes han alcanzado el éxito económico o preferimos zaherirlos contrastando sus medios de vida con los de las personas desvalidas? ¿Censuramos con severidad a quienes quebrantan las normas y violan los derechos de los demás y los excluimos socialmente, o no hay sanciones morales para ellos? ¿Reconocemos nuestras responsabilidades con los gastos comunes y afrontamos seriamente el abono de los impuestos que fija la ley, o tratamos de evadir estas obligaciones y ni siquiera nos indigna que otras personas las incumplan? ¿Participa voluntaria y entusiastamente la sociedad civil en organizaciones espontáneamente creadas para ejercer la solidaridad con los necesitados, con los marginados, con los que requieren ayuda? ¿Ejerce esa sociedad civil la fiscalización y vigilancia de los actos de gobierno, o se comporta de una manera estricta y honorable dentro del marco de la familia y los amigos y de una manera laxa y complaciente en el terreno de la vida pública, como si no le concerniera directamente lo que sucede en este sector? ¿Participa la sociedad civil activamente en la vida política seleccionando a los mejores candidatos y respaldando a los partidos de su predilección, o rechaza y esquiva cualquier forma de vinculación con una actividad que le parece "sucia" o "deleznable"? ¿El espíritu que anima a la comunidad universitaria profesores, estudiantes, administradores es el de la investigación, la colaboración con el sector productivo y el acatamiento de las reglas, o predomina el gusto por el desorden y la protesta sistemática?
Y ahora el Estado: ¿protege nuestras vidas y propiedades adecuadamente? ¿Es confiable nuestro sistema judicial? ¿Son realmente independientes nuestros jueces? ¿Son realmente iguales ante la ley todas las personas que componen nuestra sociedad? ¿Elegimos a nuestros funcionarios y establecemos las jerarquías en el sector público mediante un sistema de reclutamiento basado en los méritos de las personas o nos guía el clientelismo y el amiguismo? ¿Las relaciones entre el Estado y las empresas privadas están basadas en la transparencia y el mercado o en vínculos políticos y clientelismo? ¿Son honrados nuestros funcionarios y políticos? Cuando no lo son, y se demuestra, ¿resultan apartados de sus cargos y debidamente juzgados y castigados conforme a lo que establece el código penal? ¿Responden los funcionarios y los políticos electos de sus actos de gobierno? ¿Dan cuenta periódica y de forma transparente de la ejecución de los presupuestos y de los dineros confiados a su cargo? ¿Se cuenta con una burocracia imbuida del espíritu de servicio que acepta, humildemente, que su función es trabajar en beneficio de quienes pagan sus salarios por medio de los impuestos? ¿Se ofrece en los planteles públicos, o en los concertados con el sector privado, incluidas las universidades, una educación de calidad, moderna y equiparable a la de las naciones desarrolladas, acompañada de una buena formación cívica? ¿Garantiza el sector público de la salud, la educacion y la alimentacion, de manera que pueda decirse, seriamente, sin incurrir en una suerte de cinismo, que se trata de una sociedad abierta en la que los adultos pueden competir limpiamente y procurar su felicidad individual?
Refirámonos, por último, al modelo económico: ¿se cuenta con una moneda estable? ¿Es justa o excesiva la presión fiscal? ¿Están bajo control la inflación, el déficit fiscal y la deuda pública? ¿Son transparentes las licitaciones y concursos públicos para suministros? ¿Se derrochan los dineros públicos o el gasto se mantiene dentro de límites razonables? ¿Funciona el mercado libremente, sin aranceles discriminadores, sin subsidios y sin privilegios fiscales que favorezcan a ciertos sectores en detrimento de otros? ¿Hay controles de precios y salarios fijados por burócratas? ¿Hay libertad para negociar salarios y condiciones de despido? ¿Actúan los sindicatos responsablemente? ¿Hay estrictas regulaciones e inspecciones a las entidades bancarias y financieras que impidan la comisión de fraudes? ¿Existe una ley de quiebras que garantice suficientemente el derecho de los acreedores? ¿Se cuenta con leyes claras que garantizan el cumplimiento de los contratos y sanciones severas para quienes los incumplen dolosamente? ¿Son sencillos los trámites para establecer o cerrar las empresas? ¿Hay libre movimiento de capitales? ¿Se puede comprar y vender, exportar o importar libremente, sin trámites engorrosos? ¿Hay garantías jurídicas para las inversiones nacionales y extranjeras? ¿Existe una tradición comercial fundada en la confianza y en el cumplimiento de los acuerdos, es decir, en los principios éticos a los que está obligado cualquier empresario, o lo que predomina es la picaresca y la trampa? ¿Intentan modernizarse nuestras empresas adquiriendo las técnicas de producción, administración y mercadeo que aumentan su eficiencia y productividad haciéndolas más competitivas local e internacionalmente? ¿Prevalece entre nuestros empresarios un espíritu de riesgo e innovación?
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