Hay cierto
estigma dando vuelta en torno al paraguayo migrante en la Republica Argentina ,
estigma que por cierto esta muy generalizado en dicho país.
La colectividad
paraguaya es la comunidad migrante mas numerosa en la Argentina según índices
del último censo hay alrededor de 500.000 paraguayos, pero sin embargo fuentes
extraoficiales datan de más de 1 millón de compatriotas residentes.
Si bien la
colectividad paraguaya es la más numerosa es la más estigmatizada junto con los
bolivianos.
La sociedad
argentina fue reconocida a nivel mundial por su lucha en defensa de los
derechos humanos pero aun no pudo superar la discriminación y xenofobia al
extranjero que proviene de países limítrofes, especialmente como he mencionado
anteriormente hacia los paraguayos y bolivianos.
Algunos
consideran el gentilicio “paraguayo” como un grave insulto, en escuelas y
colegios secundarios es sinónimo de agravio. Hasta ese punto de degradación
llego el termino y aunque muchos no lo quiera reconocer el compatriota en el
extranjero es considerado inferior intelectualmente, en la mayoría de los casos
esta concepción del paraguayo ha sido gratuita y en otros hubieron varios
motivos de por medio.
Lastimosamente y
como es de publico conocimiento en nuestro país tenemos un sistema educativo
muy ineficiente que no logra acaparar a toda la población, muchos no saben
hablar español, otros jamás pisaron una escuela y otros por motivos de fuerza
mayor no pudieron culminar sus estudios. Fue así como obligados por aprietes
económicos y necesidad tuvieron que irse del país en busca de nuevos
horizontes, algunos sin siquiera conocer la capital del país pasaron de una
zona rural a una gran urbe como Buenos Aires.
Algunos con un
español muy improvisado se las rebuscaron como pudieron para insertarse en el
mercado laboral, que por cierto en casos fueron explotados por sus mismos
compatriotas, en el caso de los hombres fueron empleados en el rubro de la
construcción, en el caso de las mujeres en su mayoría trabajan en el servicio
domestico y casos muy penosos de mujeres que fueron victimas de trata de
blancas donde cientas de mujeres paraguayas fueron explotadas sexualmente
incluso hasta menores de edad. En su mayoría fueron traídas engañadas mediante
promesas laborales que nunca se cumplieron, fueron a parar en manos de
proxenetas que despojándolas de su documentación las iniciaron en tan aberrante
actividad, provocándoles daños psicológicos y físicos irreversibles.
De ahí viene la
generalización perversa hacia la mujer paraguaya como sinónimo de prostituta,
sin embargo nadie analiza en que manera o circunstancia fueron a parar a esos
antros.
Del hombre
paraguayo se tiene una concepción como un hombre tosco, mal hablado,
desalineado y de poca habilidad intelectual, hasta se nos conoce como
cuchilleros y borrachos; la mayoría de nuestros compatriotas desempeñan sus
labores como albañiles y lo malo no es trabajar como constructor o como
empleada domestica, lo erróneo es pensar que el paraguayo lo único que sabe
hacer es levantar paredes o trapear pisos o en su defecto prostituirse en los
burdeles.
Con este estigma
tiene que lidiar a diario el compatriota migrante, y la pregunta a todo esto es
¿que pasa con la clase pensante y culta paraguaya en el exterior? ¿Por que no
demuestra lo que es capaz de hacer? ¿Por qué somos más de 500.000 y no estamos
formalmente organizados? ¿Por qué siempre todo tiene que ser arriero portepe a
lo chaco?
Es hora de que
el paraguayo migrante muestre su capacidad y reclame a la clase política
corrupta un verdadero cambio tanto en políticas educativas, sociales,
sanitarias y laborales. Basta de sumisión y esa concepción del paraguayo como
ser inferior! .... Junior Perez
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